Desde
la formulación del concepto de sociedad de la información, a mediados de los
años 80, los empleos en el sector de la información se han incrementados y
diversificados rápidamente.
El
papel que los bibliotecarios tendrían como proveedores de servicios externos a
sus clientes se pueden concretar sobre aquellas aportaciones para las que estos profesionales están
especialmente dotados, por su conocimiento
de la naturaleza de la información, su contexto y los hábitos básicos de
quienes cotidianamente trabajan con
información. Entre las tareas más habituales del bibliotecario virtual están: la
necesidad de organización y sistematización de los conocimientos, establecer
filtros informativos, gestión de los nuevos soportes de la información y,
especialmente, las tareas de formación de usuarios, cuyo grado de implicación
vendrá determinado por la complejidad de
las infraestructuras de las bibliotecas digitales.
Un
asunto a considerar es la necesaria relación bibliotecario-usuarios cuando uno y otro mantienen una comunicación
a distancia; ello conlleva a la necesidad
de conocer a este usuario virtual y a desarrollar técnicas de análisis de mercado que ayuden a
determinar las necesidades y conductas informativas de éstos, para poder
anticiparse a sus demandas informativas.
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